La gran extensión y la baja densidad demográfica extremeña tienen como consecuencia muy positiva la conservación del medio natural prácticamente intacto, hecho que puede decirse de pocos territorios del continente europeo. Esta circunstancia ha permitido que ahora, cuando se está consolidando el despegue económico y demográfico de la región, se ponga una especial atención en la conservación y preservación del medio natural, para que el desarrollo sea compatible con el respeto al medio ambiente. Las directrices del desarrollo regional se basan en el más estricto respeto por los recursos naturales.
Gracias a todo ello, Extremadura es reconocida hoy en España, como una región ecológica por excelencia, y los extremeños son conscientes de que conservan probablemente el conjunto de espacios naturales más numeroso, interesante y único de la vieja Europa. Hasta un total de 54 espacios naturales se distribuyen por toda la región extremeña. Algunos de ellos ya han sido reconocidos oficialmente como parques naturales o reservas naturales,; por ejemplo los de la Reserva Cinegética del Cíjara, el Parque Natural de Cornalvo o el Parque Natural de Monfragüe, la reserva natural de La Garganta de los Infiernos y el Monumento Natural de los Barruecos. Esta riqueza natural ha propiciado en los últimos tiempos, sobre todo en las comarcas con gran potencial paisajístico como La Vera, el Valle del Jerte, la Sierra de Gata, etc., el desarrollo de un tipo de turismo más acorde con las nuevas tendencias de la demanda internacional, que reclama un turismo más respetuoso con el medio ambiente y más integrado en el mismo.
Todos los pueblos y culturas que han pasado por la Península Ibérica han dejado su huella en Extremadura. Los museos arqueológicos de la región dan testimonio de ello.
El patrimonio histórico-artístico de Extremadura es enorme y diverso, desde yacimientos prehistóricos y prerromanos, hasta muestras materiales del período orientalizante vulgarmente conocido como "tartésico", sin contar la apabullante presencia de la cultura romana, los restos visigodos, árabes y judíos.
Mérida, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1993, fue fundada en el año 25 a.C. y se convirtió en la capital de la Provincia Hispana Ulterior Lusitana. Más tarde, con la dominación islámica, esta capitalidad se trasladó a Badajoz, sede del Reino Taifa del mismo nombre.
Pero la configuración de la Extremadura actual se gestó con el inicio de la Reconquista, que daría lugar, a finales del s XV, a una de las páginas míticas de su historia regional, los Conquistadores de América, cuyo influjo se puede disfrutar en la ciudad monumental de Cáceres, declarada Patrimonio de la humanidad en 1986, en Trujillo, Jerez de los Caballeros, Barcarrota, Medellín, Brozas y en otros muchos lugares de Extremadura.
Las riquezas de los Conquistadores se emplearon en la construcción de importantes palacios, conventos y castillos, elementos fundamentales del patrimonio histórico-artístico de la región.
La vida monástica de Extremadura tuvo y tiene en la actualidad, tres grandes representantes: El Monasterio de Guadalupe, declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1993, uno de los centros científicos y religiosos más importantes del país. El segundo de ellos fue el Monasterio del Yuste, retiro y última morada del Emperador Carlos V de Alemania y I de España. El tercero es el Monasterio del Palancar, el monasterio más pequeño del mundo, unido para siempre al recuerdo del santo asceta, San Pedro de Alcántara.
La región dispone de una excelente red de Museos repartidos por toda la geografía extremeña. Parte de este patrimonio cultural está destinado a uso turístico y así cabe mencionar a los Paradores de Turismo, todos ellos ubicados en edificios históricos de alto nivel artístico. Asimismo, la junta de Extremadura ofrece una Red de Hospederías situadas en lugares y edificios singulares
Uno de los recursos más importantes de la oferta turística de Extremadura es, sin duda, la gastronomía.
Hoy día, las materias primas siguen siendo las mismas, la forma de hacerlo se ha heredado con respeto y cariño, el resto lo pone la naturaleza.
La herencia que nos han dejado las distintas culturas y pueblos asentados en la región se puede comprobar en multitud de platos gastronómicos que aún hoy perduran, tales como la conservación de la carne en miel, aplicado a los productos de caza; la sopa de ajo, cuyo origen se encuentra en la "tarida" o "taria" islámica o la caldereta, de origen medieval
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