La urbe vivió sus años de esplendor como centro cultural europeo durante los siglos XVIII y XIX. La mayor parte de la arquitectura que puede admirarse actualmente se debe a los esfuerzos realizados por Francisco José I para crear una ciudad que reflejara el poder de la Casa de Austria. Para ello, el emperador mandó demoler algunas de las muchas fortificaciones existentes, habilitó los terrenos que rodeaban el Innere Stadt (centro de la ciudad) y, entre los años 1858 y 1865, ordenó la cimentación de la Ringstrasse (calle del anillo). En la década siguiente, se comenzó a construir la mayoría de los impresionantes edificios que conforman este circuito.
No muy lejos, se alza el palacio imperial de Hofburg, residencia de los Habsburgo hasta 1918 que alberga múltiples joyas del patrimonio cultural austríaco. Está formado por la iglesia agustina del siglo XIV, las ostentosas dependencias reales, la capilla real, donde el Coro de los Niños Cantores de Viena canta la misa del domingo; el Tesoro Imperial, que incluye entre sus joyas la corona imperial del Sacro Imperio Romano Germánico, la Biblioteca Nacional; la sala barroca Prunksaal y una magnífica colección de instrumentos musicales antiguos.
También merece una visita la academia de Bellas Artes, que alberga la Galería de Maestros donde se exhiben las obras de pintores daneses y flamencos del siglo XVII, como Rubens y Van Dyck. El edificio que acoge el museo es en sí mismo otra bella muestra de arte. Será necesaria más de una visita para poder admirar todos los detalles, incluidos los techos, bellamente decorados. El Museo de Sigmund Freud, situado en el lugar donde vivió y trabajó el psiquiatra antes de emigrar a Gran Bretaña, conserva el mobiliario, sus pertenencias personales y antigüedades, sus documentos y fotografías originales.
El príncipe Eugenio de Saboya encargó a Johann Lukas von Hildebrandt el diseño del palacio Belvedere, una de las estructuras barrocas más bellas del mundo. El piso superior acoge la galería austríaca de los siglos XIX y XX que, entre otras, muestra la conocida obra de Gustav Klimt, El Beso. El barroco palacio de Schönbrunn, residencia de verano de los Habsburgo, está decorado en su interior siguiendo el estilo rococó, y entre sus numerosas habitaciones destacan el salón de los espejos, donde Mozart interpretó su primer concierto a los 6 años, y el salón de Napoleón, en el que curiosamente se exhibe una alondra disecada.
A la hora de viajar, encontrar alojamiento asequible puede resultar una tarea difícil, especialmente en Semana Santa, Navidad y en las vacaciones estivales, por lo que se recomienda reservar con la mayor antelación posible.
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